El envejecimiento de la piel es un proceso natural debido a la edad, factores ambientales y la radiación ultravioleta del Sol.
Los efectos que produce en la piel son:
– Reducción de los procesos de renovación celular: las células muertas se acumulan en la superficie de la piel y originan aspereza, pérdida de tono (aparece un tono apagado) y aumento del grosor de la piel
– Reducción de la síntesis de colágeno y elastina: que son las proteínas naturales de la piel responsables de la firmeza y la elasticidad. Esto da lugar a la aparición de arrugas y reducción de la densidad de la piel, además de la pérdida de firmeza (flacidez) y relajación del óvalo facial (descolgamiento)
– Disminución de la producción de lípidos («grasa buena») de la piel: lo que origina sequedad y con el tiempo también se ven reducidas las células que acumulan estos lípidos por lo que se produce la pérdida de volumen de la piel y la aparición de arrugas profundas
– Disminuye la secreción de las glándulas sudoríparas por lo que disminuye la cantidad de agua en la piel: deshidratación
– Reducción de la circulación sanguínea: por lo que se reduce el aporte de nutrientes y oxígeno a la piel, dando lugar a la pérdida del tono rosado natural
– Exceso de radicales libres: que origina la acumulación en exceso de los pigmentos de la piel como la melanina, responsable de que aparezcan las manchas cutáneas
– Pérdida de la capacidad de cicatrización, por lo que se hace más sensible a los factores externos y aparecen las marcas, pupas e infecciones de la piel
Las señales del envejecimiento cutáneo se comienzan a manifestar a partir de los 40 años de edad, pero dependen de los factores externos que han actuado de forma constante en la piel. El Sol es el factor que más acelera el envejecimiento cutáneo y es el responsable directo de la aparición de arrugas profundas, manchas y deshidratación de la piel.
Cuando la piel se expone de manera intensa y permanente a la luz del Sol, tiende a envejecer prematuramente. Estos efectos están acentuados en personas con piel clara, en las zonas descubiertas de la piel (cara, nuca, manos y antebrazos) o en personas expuestas a diario a la luz solar, como las que trabajan en zonas externas.
La radiación UV que actúa por periodos prolongados sobre la piel provoca alteraciones degenerativas crónicas. Los signos de envejecimiento se desarrollan antes de tiempo y su efecto sobre la piel está relacionado directamente con la intensidad y duración de la exposición a la luz y el grado de sensibilidad de la piel.
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